
Introducción
Por Ignacio Chilet
Vivimos en una realidad donde lo que pensábamos que ocurriría en diez años, ahora sucede en un mes. Cambios tecnológicos que deberían haber llegado en la próxima década se despliegan mientras parpadeamos. Hay herramientas que ya forman parte de nuestra rutina sin que hayamos tenido tiempo de comprender del todo cómo funcionan. Y sí, esto es un final. Pero cada final trae consigo la posibilidad de un nuevo comienzo. Lo importante no es solo entender que se está acabando una era, sino visualizar con lucidez qué es lo que está emergiendo.
Para quienes trabajamos en agencias, esta transformación no es una simple actualización de procesos: es un replanteamiento profundo de lo que somos. La estructura tradicional de agencia —ciclos mensuales, campañas paquetizadas, roles fijos— comienza a disolverse frente a un contexto que exige velocidad, flexibilidad y pensamiento híbrido. La inteligencia artificial no viene a “asistirnos”; viene a transformarlo todo.
Desde 2021 hasta hoy, el avance ha sido vertiginoso. Lo que antes tomaba una década de desarrollo tecnológico ahora se logra en meses. Modelos de lenguaje como GPT-4, Gemini y Claude no solo redactan textos, programan o analizan datos: están empezando a reemplazar tareas enteras de planificación, segmentación, diseño e incluso estrategia. La escala de crecimiento en poder computacional y rendimiento de estos modelos se ha multiplicado por miles desde 2014. El tiempo entre un avance y otro se reduce aceleradamente.
Y si hace algunos años se estimaba que la llegada de una Inteligencia Artificial General (AGI) ocurriría hacia 2040 o 2050, hoy los fundadores de OpenAI, Anthropic y DeepMind sitúan ese horizonte entre 2025 y 2028. Algunos expertos, como Ray Kurzweil, todavía proyectan la “singularidad” para 2029. Sea cual sea la fecha exacta, el consenso es claro: estamos mucho más cerca de lo que creíamos. Y eso cambia todo.
Entonces, ¿qué lugar ocupamos quienes venimos del mundo creativo, estratégico o consultivo? El desafío —y la oportunidad— está en asumir un nuevo rol: pasar de ser productores de campañas a ser arquitectos de transformación. Las agencias que sobrevivan no serán aquellas que insistan en vender lo mismo de siempre, sino las que lideren procesos de cambio real dentro de las organizaciones.
Nuestra nueva función no es competir con la IA, sino integrarla con sensibilidad, estrategia y empatía humana. El diferencial no está en hacer lo que la tecnología ya automatiza mejor que nosotros, sino en detectar los matices culturales que escapan al algoritmo, en construir narrativas con alma, en facilitar que las marcas evolucionen con coherencia y propósito.
Este renacimiento exige una nueva estructura. Debemos operar como laboratorios de innovación, capaces de lanzar soluciones rápidas, validar ideas en ciclos cortos, prototipar herramientas propias y aprender en tiempo real junto a nuestros clientes. Las sesiones de exploración interna, los workshops colaborativos y los “experimentos live” ya no son una curiosidad: son el motor mismo del nuevo modelo.
También debemos repensar nuestra forma de vender. El futuro no está únicamente en contratos cerrados y planes anuales. Está en la consultoría modular, bajo demanda, donde los clientes activen lo que necesitan, cuando lo necesitan. Un diagnóstico estratégico, una implementación de automatización, una sesión de entrenamiento en IA: productos concretos, accionables, con valor inmediato.
Pero quizás lo más importante sea la cultura que construyamos. Porque para renacer como agencia no basta con cambiar lo que hacemos: debemos cambiar cómo pensamos. Eso implica rodearnos de personas dispuestas a desaprender, a desafiar lo que antes funcionaba, a trabajar en capas mixtas con humanos y máquinas, sin miedo a perder protagonismo.
La reencarnación de las agencias no es una metáfora bonita. Es una necesidad urgente. El ciclo anterior ya terminó. Y aunque a veces parezca que todo se está desmoronando, la verdad es que estamos frente a una de las etapas más apasionantes para quienes tenemos vocación de transformación. Las reglas cambiaron, los plazos se acortaron, y todo está en movimiento. Pero si logramos ver con claridad el nuevo mapa, hay una vida increíble esperándonos del otro lado.